Carlos Casares Mouriño (Ourense, 1941 – Vigo, 2002) pertenece a esa particular galaxia literaria de escritores que encontraron en Ourense inspiración para sus textos. A lo largo de su carrera como editor, periodista, dinamizador cultural y literato, este ourensano ilustre retrató en numerosas ocasiones la ciudad que lo vio nacer, convirtiendo a la vieja Auria en escenario de algunas de sus mejores novelas: Ilustrísima, Cambio en tres, Deus sentado nun sillón azul…
El Día de las Letras Gallegas de 2017 está dedicado a Carlos Casares en reconocimiento a toda una vida de compromiso con la literatura y la cultura gallega. Aprovechando la efémeride, Ourense salda una antigua deuda presentando esta ruta literaria en la que rastrear los pasos del autor y su obra por distintos espacios de la ciudad y su perímetro rural. Son 20 etapas, la mayor parte de ellas concentradas en un corto paseo entre el Casco Histórico y el Ensanche, para luego finalizar con dos paradas más alejadas: una en ese espectacular mirador sobre la ciudad que es el Seminario Menor y otra en la hermosa iglesia del núcleo rural de Beiro, a 9 km del centro.
Hotel Parque
Avenida de la Habana
Calle Curros Enríquez
Iglesia de los Franciscanos
Parque de San Lázaro
Calle del Paseo, 34
Calle del Paseo, 8
Paseo con Cardenal Quiroga
Alameda
Liceo de Ourense
Plaza de San Martiño
Plaza de Santa Eufemia
Calle de la Paz
Santo Domingo
Plaza del Hierro
Calle Lepanto
Plaza del Trigo
Plaza Mayor
Seminario Menor
Iglesia y Rectoral de Beiro
El ya desaparecido Hotel Parque fue durante años el escenario de la tertulia que dirigía el intelectual Vicente Risco, y en la que se forjaron artistas y escritores, entre ellos el propio Carlos Casares.
El de las tertulias es un hábito enraizado en la sociedad ourensana y que hoy goza de excelente salud en espacios como el Liceo (Pazo de Oca-Valladares).
En la esquina con Cardenal Quevedo se encuentra la casa natal del escritor, cuya vida discurrió entre Ourense, A Limia, Vigo, Cangas… y la influencia de Suecia, de donde era originaria su mujer.
La placa que encontramos hace referencia a la tradicional fiesta del Magosto en Ourense, que aún hoy se celebra en las laderas de Montealegre y los jardines de la Alameda.
El amor de Casares por la historia (real e inventada) inspiró muchas de sus obras, como es el caso de Os escuros soños de Clío, cuyo título hace referencia a la musa de esta ciencia. También fue un apasionado biógrafo que relató la vida de grandes figuras de las letras, muchas con origen en Ourense: Risco, Otero o Curros Enríquez, poeta de Celanova que da nombre a la calle en la que nos encontramos.
Esta iglesia constreñida entre edificios modernos fue trasladada a este lugar en 1929 desde su emplazamiento original, en el convento de San Francisco. Este recinto monumental, del que puede visitarse el bello claustro gótico, fue cuartel de infantería entre 1843 y 1984, un singular hecho histórico que Casares recuerda en este extracto de Os mortos daquel verán.
Cambio en tres es, seguramente, la novela más ourensana de cuantas escribió Carlos Casares: un relato sobre la emigración a Europa de los 70 y en la que se retratan magistralmente espacios como el Parque de San Lázaro, escenario de juegos de la infancia.
Un buen lugar también para evocar la tradición de Ourense como escenario literario, desde Lamas Carvajal hasta nuestros días.
Desde su columna «A Marxe» Casares relató durante una década escenas de su mundo cotidiano e imaginario. Las espesa nieblas, resultado del paso del Miño y la peculiar orografía de la ciudad, han sido siempre habituales en Ourense y, junto a los vapores de los manantiales termales, la envuelven en un halo de misterio.
La calle del Paseo es la arteria vital de Ourense, espacio de encuentro y tránsito entre cafés y tertulias. Se habla aquí de ese Ourense en la memoria, el de los amigos de Casares, algunos de aquellos nuevos artistiñas (Quessada, Virxilio, Acisclo Manzano, Buciños) que con su labor contribuyeron a la renovación de la plástica en Galicia.
La apertura de la carretera Vigo-Villacastín (hoy calle Progreso) a finales del XIX simboliza la entrada de la modernidad en Ourense: nuevas formas de urbanismo, una nueva clase social (la burguesía), comercio, comunicaciones… Es a comienzos de este siglo que llega también a Ourense la magia del cine, de la mano del pionero Eduardo Barbagelata. Aquí se recuerda a esta figura singular y cómo su «invento» revolucionó la ciudad.
Aunque de orígenes medievales, la Alameda que hoy vemos debe su aspecto a las reformas realizadas por Vazquez Gulías a comienzos del siglo XX. Fue siempre espacio de celebraciones, de bailes de sociedad animados por orquestas en su palcos de la música, una costumbre que aún hoy se mantiene. Casares recuerda, en este pasaje de Vento ferido, esta Alameda de bailes, donde se reunían los jóvenes de los pueblos y aldeas vecinas.
Casares mantuvo una estrecha relación con la decana de las instituciones culturales de Ourense, el Liceo, del que fue socio de honor. En esta placa, en el interior del bello Pazo de Oca-Valladares, se recuerda, a partir de unas antiguas actas del Liceo, a Don Juan de la Coba, excéntrico poeta, dramaturgo e inventor de su propia lengua, el Trampitán.
La historia de Ourense está definida por la oposición entre el poder civil, representado por el Ayuntamiento, y el religioso, encarnado por los obispos. Por ello, no es casualidad que Casares dedicase a estos últimos una de sus novelas más célebres, Ilustrísima. En este pasaje no se hace referencia a las escaleras que hoy dan acceso a la puerta oeste de la Catedral ya que no se construyeron hasta comienzos de los años 80. Hasta entonces, la puerta tenía salida a un balcón sobre la calle.
El triángulo comprendido entre la Plaza del Hierro y las calles de la Paz y Lepanto bien podría ser considerado la milla de oro de la cultura en Galicia, ya que aquí nacieron, vivieron y trabajaron una buena parte de sus grandes escritores y estudiosos: Vicente Risco, Otero Pedrayo, Florentino López Cuevillas, Xoaquín Lorenzo «Xocas», Eduardo Blanco Amor… Grandes genios que Casares evoca en su ensayo literario Ourense de auga e pedra, en el que rinde homenaje a la ciudad como gran capital de la narrativa gallega.
En el número 21 de esta calle de la Paz, antiguamente conocida como «calle de los zapateros», nacieron y vivieron dos figuras fundamentales de la literatura en Galicia, Otero Pedrayo y Vicente Risco, máximos exponentes de la llamada Xeración Nós, renovadora del pensamiento y cultura gallegas a comienzos de siglo XX.
El futuro Cardenal Quiroga fue, durante algunos años, párroco de Santo Domingo, hermosa iglesia a solo unos pocos metros de esta placa. Natural del vecino pueblo de Maceda, es recordado por su ingente labor de divulgación del Camino de Santiago, cuya variante sur hace parada en Ourense. Casares recuerda aquí a este ourensano ilustre en una hermosa anécdota con Otero Pedrayo, cuya casa natal en Trasalba, a escasos kilómetros de la ciudad, puede hoy visitarse como museo.
En esta plaza, milla de oro de las Letras Gallegas por la cantidad de intelectuales que vivieron en esta zona, Casares recuerda la figura de Eduardo Blanco Amor (Ourense, 1897 – Vigo, 1979), pluma brillante al que le debemos otro retrato de Auria, el de su obra A Esmorga. Como muchos gallegos de su época, Blanco Amor emigra a Latinoamérica en su juventud, aunque volverá ya adulto a su tierra natal, viviendo la soledad y el dilema del «retornado», la difícil vuelta al paraíso soñado.
No hace tanto tiempo que por las calles del Ourense antiguo era habitual encontrar carros tirados por ganado con los que se transportaban los alimentos producidos en el rural para su venta en los mercados.
Una imagen que Casares evoca en su novela autobiográfica Xoguetes para un tempo prohibido, cargada de recuerdos de la infancia.
Ourense no fue ajena a los desastres de la Guerra Civil española, como recuerda Casares en este pasaje de Deus sentado nun sillón azul. La fuente a la que se encarama el protagonista no es la que hoy vemos en la plaza: fue instalada en los años 60 sustituyendo a otra anterior, del siglo XVIII.
Esta Plaza del Trigo fue antiguamente mercado de cerámica, plateros y también cereales, de donde le viene el nombre.
La placa recoge un hermoso extracto de la novela Deus sentado nun sillón azul en el que Casares dibuja con detalle el tránsito continuo de gentes en el que siempre ha sido, y aún es, el corazón de la ciudad, su Plaza Mayor.
Como muchos jóvenes de su época, Casares cursó estudios en el Seminario Menor de Ourense, que hoy continúa en activo. Aquí estableció sus primeros contactos con el mundo de la literatura, gracias a la influencia de profesores como Agustín Madarnás.
Por su emplazamiento en un alto, el Seminario es hoy un espectacular mirador para disfrutar de una hermosa visión panorámica de la ciudad, el río Miño y los puentes que lo surcan.
En su novela póstuma O sol do verán Casares recuerda sus veranos en la aldea de Santa Baia de Beiro, a 8 km de la ciudad. Su tío fue parroco de su bella iglesia románica, que cuenta también con una casa rectoral recientemente reformada que merece la pena visitar.