Ríos de Ourense

En Ourense fluyen tres grandes ríos, varias decenas de riachuelos y un centenar de regatos. La ciudad es la hija del Miño y de las Burgas, un valle fértil que no habría existido sin la presencia del agua.

Padre Miño

El Miño es el más importante de los ríos de Galicia, pues la atraviesa en un recorrido de más de 300 kilómetros en los que el agua ha modelado el paisaje y lo ha llenado de vida, de ahí que cariñosamente nos refiramos a él como Padre Miño.

En Ourense el río se acomoda a la depresión de la hoya ourensana, por lo que sus aguas bajan calmas y serenas, como dice la canción popular, casi una nana «Río Miño, vai caladiño…»  No se entiende sin su presencia, ya que no solo ha dado forma y riqueza al valle sino que, junto con las aguas termales, atrajo a las legiones romanas que fundarían la primitiva Aquis Auriensis: aquí se encontraba el paso más cómodo en varios kilómetros y sobre él construyeron el que hoy conocemos como Puente Mayor o Puente Romano, el primero de los ocho con los que cuenta la ciudad.

Los puentes son solo una parte del paisaje humano que enmarca el Miño en Ourense, aunque mucho de él se haya perdido ya en el tiempo: las lavanderas, los pescadores, los molinos, los barqueros… De la existencia de las barcas de pasaje para salvar el río le viene el nombre a la curiosa capilla en el barrio de As Lagoas, la Capilla del Portovello (en gallego Porto, «puerto» y Vello, «viejo»). Pero ante todo el río es un lugar para la diversidad biológica, una gran arteria verde en cuyas orillas surgen los manantiales termales junto al bosque de ribera, abundante en sauces, alisos y abedules, hogar de aves como la garza o el martín pescador, nutrias, anfibios y toda una extensa fauna que ha encontrado en el río su hogar.

Las orillas del Miño en Ourense han sido acondicionadas con grandes sendas verdes ideales para pasear, correr, andar en bicicleta e incluso disfrutar de un relajante baño termal. Una buena forma de descubrir todos sus secretos y aprender a quererlo como se lo quiere en Ourense es recorrer su itinerario ambiental: 14 kilómetros desde Oira hasta Outariz para descubrir, sentir, disfrutar y aprender.

Las orillas del Barbaña

Este afluente del Miño está indiscutiblemente ligado al barrio de O Couto, el segundo en población y al que prácticamente delimita. Aunque ha sido tradicionalmente objeto de numerosas agresiones ambientales, en los últimos años el Barbaña ha recuperado parte del vigor de décadas pasadas, con corredores acondicionados en buena parte de su curso urbano por los que es un placer caminar. Es un río muy presente en las memorias infantiles de la ciudad, pues las pequeñas presas de sus molinos creaban zonas de baño en sitios como Seixalbo o los alrededores de lo que hoy es el FabLab La Molinera, en el llamado Pozo do Inferno.

Los caminos del Loña

Aunque más pequeño, nada tiene que envidiar el Loña en paisaje e historia a los demás ríos de Ourense. Desde el centro urbano el río nos recibe con su puente romano, vestigio de la intricada red de comunicaciones entre los lugares de Velle, Sabadelle y Mende que conectaban el río con Santomé. La ruta que conduce hasta el castro, en un risco sobre el río, es de gran belleza, caminando a la sombra de su densa vegetación y entre molinos, sobre una pasarela que va conectando ambas orillas. Una vez arriba, debe bajarse la vista para observar las marmitas de gigante del Loña, hoyos excavados en la roca durante siglos, producto de la erosión.