La Catedral Basílica de San Martiño puede describirse como un templo románico de transición: su construcción se extiende a través de los siglos de forma a veces azarosa, especialmente si tenemos en cuenta que, aunque el proyecto inicial debió ser de gran envergadura, la situación económica – no siempre benévola – hizo que muchas partes tuvieran que ser adaptadas, se retrasasen o incluso no llegasen nunca a  completarse.

Como inicio de las obras puede tomarse como referencia la fecha de consagración del altar mayor, el año 1188. La construcción del núcleo básico tomaría unos 80 años (bastante rápido si se compara con otras catedrales del entorno) aunque algunas partes fueron resueltas solo temporalmente: el tramo final, por ejemplo, fue recubierto con madera.  Como remate, se construyó el pórtico y dos torres (hoy fachada oeste, con salida a la Plaza de San Martiño), aunque una de ellas jamás llego a completarse. Esta solución es clásica en el Románico y pretendía, además, dotar de estabilidad al conjunto y salvar el amplio desnivel de terreno.

En paralelo a la construcción del templo el Obispado se preocupará de consolidar el lugar con reliquias; no solo del patrón, San Martín, sino también de santos locales, como Santa Eufemia. Quedaba clara pues la pretensión de convertir la Catedral de Ourense en un templo de peregrinaciones.  

Los conflictos del siglo XV, como las revueltas irmandiñas o el ataque del conde de Benavente, así como  adicione posteriores (capilla Santo Cristo, deambulatorio…), han hecho desaparecer u ocultan gran parte de la obra románica. No obstante,el templo conserva aún numerosos elementos que nos permiten conocer  con detalle la arquitectura y escultura de esa época: fachadas, pórtico, museo…

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Pórtico del Paraíso
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Tesoros de la Catedral

Aquí se aprecia el paramento original de la Catedral: el muro con sus contrafuertes y ventanas de medio punto. La portada norte tuvo que ser reconstruida tras los ataques del Conde de Benavente en 1471, aunque es posible que continuase el esquema original, deudor de la portada occidental de Santiago.

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Algunos elementos de la portada original fueron reaprovechados: las basas de las columnas en el lado este, las estatuas columnas, el ángel empotrado en el fuste, los capiteles interiores y la arquivolta interior polilobulada, con diversas figuras de influencia mateana. También las torres mantienen la fábrica románica, sobre todo la del este.

En el contrafuerte de la torre oeste y en el muro anejo encontramos dos representaciones que pudieron formar parte de un antiguo zodíaco de la portada. Un tercer ejemplar se conserva en el Museo Catedralicio.

Aunque muy modificado con reformas posteriores (cimborrio, deambulatorio, capilla del Santo Cristo, torre del reloj…), aún se puede apreciar parte de su decoración románica, como los arquitos del ábside apeados en canecillos con decoración geométrica. El rosetón forma una cruz de brazos iguales terminados en círculos. En un extremo se aprecia la figura de un león con un cordero entre sus garras.

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Hacia el norte se mantiene una variada decoración tanto en los canecillos como en las metopas de tipo vegetal, geométrico o figurado. Todo esto cobijado por arquitos y en la cornisa, decoración de bolas.

En el lado sur, las sucesivas reformas hicieron desaparecer los arquitos. Así, encontramos canecillos que no sostienen nada, pero conservan gran parte de su decoración.

La portada sur ha llegado hasta nuestra época prácticamente sin modificar. Se desarrolla con un gran arco apoyado en columnas lisas y bases áticas, con capiteles vegetales y figurados.

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El arco mayor contiene una decoración de arquitos de herradura. La siguiente arquivolta, con decoración vegetal, culmina con un Cristo incompleto. Continúa otra arquivolta con hojas entre las que sobresalen figuras con cartelas y, en la rosca interna, la lucha de David con el león y el oso y la disputa de Salomón y la reina de Saba, con la presencia de Marcolfo. El cuerpo alto se decora con arquitos y decoradas metopas y sobre él un rosetón.

Por lo que respecta al paramento lateral, las construcciones posteriores no nos dejan ver los elementos románicos originales, aunque se puede observar cómo, al igual que en la fachada norte, el tramo inicial dispone de un alero con arquitos que luego continúa en simple cornisa.

La Catedral tuvo en su origen cinco capillas (algo frecuente en la época) dispuestas en planta de cruz latina, la cual se conserva. El brazo mayor se divide en tres naves de ocho tramos, con pilares cruciformes típicos del Románico y ventanas con arco de medio punto apoyadas en un par de columnas. La solución del abovedamiento es gótica.

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Permanece completa la capilla mayor y los tramos rectos de otras dos que hoy son el arranque del deambulatorio. La capilla central, dedicada a San Martín, es la que mejor conserva su traza, a pesar de que gran parte está tapada por retablos. Bajo el arco triunfal, un ángel de alas desplegadas sostiene un disco solar de influencia mateana.

En los extremos del crucero se abren sendas puertas, aunque la norte fue bastante modificada en el siglo XVI. En el crucero se abren otras dos puertas pequeñas que conducen a las cubiertas. La sur se conocía como “puerta del tesoro”, pues llevaba a una cámara donde se custodiaban escrituras y objetos de valor. La norte, por su parte, sirve como subida a las cubiertas. Ascendiendo por la escalera de caracol, a modo de escalera celeste, se dispone una serie de relieves: el dintel de la puerta representa a Daniel en la fosa de los leones; continúa una serie de óculos, algunos figurados, y termina con una figura que dirige su mirada a la capilla mayor.

Otra de las joyas que conserva la catedral es el conocido como Cristo de los Desamparados, una de las pocas tallas románicas de Cristo que se conservan en Galicia.

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Se trata de una rara representación de Cristo crucificado, datada en torno al año 1200 y con una importancia artística excepcional. Está compuesta por un Cristo de gran porte, con corona regia y cuatro clavos: presenta una postura rígida que solo rompen la breve inclinación de cabeza y extremidades.

Debió de tener un lugar preferente en la catedral hasta que la fama del Santo Cristo terminó por relegarlo. Actualmente está situado en un lateral de la barroca capilla de la Asunción, en concreto donde están los enterramientos de los Argiz, promotores de la misma.

Joya de la catedral, este conjunto bebe de una de las obras cumbres del Románico, el Pórtico de la Gloria de Santiago de Compostela, del Maestro Mateo. De este toma la temática y la resolución escultórica, y aunque no llega a alcanzar su nivel artístico, goza de una enorme calidad plástica. A pesar de las modificaciones, el conjunto conserva aún todo el esplendor de su estilo.

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Del modelo inicial se conservan las columnas de fuste liso; los capiteles (con motivos vegetales, zoomórficos o humanos) y las columnas con los profetas y apóstoles. El arco central termina con la arquivolta de los 24 ancianos del Apocalipsis. Sus instrumentos son los de la época: organistrum, laúd, violas, arpa, flautas…

Respecto a los arcos laterales, el arco del Evangelio (norte) sólo tiene una representación vegetal, mientras que el arco de la Epístola (sur) remite al patrón mateano: Cristo y arcángel; a su siniestra, los condenados; a su diestra, los que se salvan.

El resto del discurso compostelano o no se conserva o nunca lo hubo, dado que bóveda, tímpano, parteluz y basamentos figurados fueron modificados en el XVI. La policromía actual es posiblemente del XVIII.

Interesante exposición de diversas obras de arte pertenecientes no solo a la Catedral sino a toda la diócesis de Ourense. La colección, tal y como hoy la vemos, surge en el siglo XX y se ubica en el claustro, nunca terminado, del siglo XIV: la Claustra Nova.

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La propia sala presenta curiosas muestras arquitectónicas, destacando la decoración de la puerta de entrada, anterior al proyecto del claustro: arquivoltas con decoración vegetal, los capiteles (algunos figurados) y, en el tímpano, un Agnus Dei de mármol. Fue diseñada por el mismo autor de las otras portadas.

Esta colección de tesoros incluye varias piezas románicas de gran interés. (Ver artículo).