Tesoros de la Catedral

Interiores de la Catedral. Acceso por el Patín norte (rúa Juan de Austria), 32005

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Una colección que custodia joyas como el Misal Auriense, el libro más antiguo impreso en Galicia.

El Museo Catedralicio de Ourense ocupa la Claustra Nova, el inconcluso claustro gótico de la basílica proyectado entre finales del siglo XIII y comienzos del XIV, del que solo se completó una esquina. Este espacio fue recuperado para acoger, desde 1954, la actual colección de tesoros, con obras procedentes de la Catedral y los procesos de Desamortización, experimentando una renovación reciente.

Singular tanto por su contenido como por su emplazamiento (solo la contemplación de los pocos capiteles realizados ya merece una visita), guarda piezas únicas como el Misal Auriense, un incunable de 1494 considerado el primer libro impreso en Galicia.

Se accede al museo a través de una puerta en estilo románico, de clara influencia mateana. Cuenta con doble arquivolta de medio punto y decoración vegetal, capiteles (algunos figurados) y un tímpano representando el Agnus Dei (1200). Fue diseñada por el mismo autor de las otras portadas.

La estancia está formada sobre altos basamentos, columnas adosadas y hornacinas cubiertas con doseletes góticos, arcos apuntados y bóvedas cuatripartitas.

Singular tanto por su contenido como por su emplazamiento, guarda piezas únicas como el Misal Auriense, un incunable de 1494 considerado el primer libro impreso en Galicia.

Entre sus tesoros guarda piezas de excepcional calidad, como el llamado «Tesoro de San Rosendo» o de Celanova, sin duda el más preciado de la colección. Se trata de un conjunto de piezas de diversas épocas (s. X-XIII) procedentes del Monasterio de Celanova, tradicionalmente vinculadas a su fundador, San Rosendo. Reúne obras propias del arte románico, como peines litúrgicos, un báculo de marfil, una mitra de lino y seda, un ara portátil y un cáliz de plata. Además, incluye ocho figuras de un ajedrez Fatimí (arte del Egipto medieval) elaboradas en cristal de roca y en las que, como curiosidad, los caballos fueron substituidos por elefantes.

Singular es también el Misal Auriense (Monterrei, 1494), un incunable con el honor de ser el libro impreso en Galicia más antiguo que se conserva.

Imprescindible el tesoro de San Rosendo, que incluye una colección de piezas de ajedrez en cristal de roca, una auténtica joya del arte egipcio medieval.

De gran calidad son las piezas ejemplo de la orfebrería religiosa colonial, como el centellero de plata de estilo Barroco (1690), la Cruz Procesional (1515, regalo del conde de Benavente) o la Cruz de Azabache (originaria de talleres leoneses, con fecha de 1497), entre otros. Dado que Ourense no tiene costa, no deja de ser curioso además encontrar aquí, entre cálices y pinturas religiosas, varios exvotos de barcos.

Arte Románico en el Museo

Además de las ya mencionadas, la colección exhibe otras piezas de gran interés que comparten estilo románico.

Tenante y columnas del antiguo altar principal de la Catedral: bloque de granito decorado que pertenece al primer altar de la catedral románica; se vincula a su consagración en el año 1188. En su parte superior posee un hueco que albergaría las reliquias de San Martín de Tours.

Centauro-sagitario: siglo XII. Escultura que formaría parte de un zodiaco que seguramente ocuparía un lugar privilegiado en la fachada norte de la catedral. Reconstruida en el siglo XV, esta fachada conserva otros dos elementos de este zodiaco descontextualizados.

Virgen de Reza: siglo XII. Talla en madera que representa a la Virgen sedente sobre un trono. Originaria de la parroquia de Reza, de donde se traía en rogativa a la catedral para pedir la lluvia. A pesar de las mutilaciones sufridas, es de gran calidad y todavía conserva su policromía.

Virgen sedente de Seixalbo: siglo XIII. Escultura labrada en granito, representa a la Virgen coronada y con el niño Jesús en su regazo. Este lleva un libro mientras bendice con la otra mano.

Frontal de altar de Limoges: siglo XIII. Una de las joyas de este Tesoro. Se trata de un conjunto de placas esmaltadas de cobre con figuras en relieve del arte lemosino. Se discute sobre si formaba parte de un frontal de altar o de un retablo. Entre las 53 placas conservadas aparece la figura de Cristo, símbolos de evangelistas, la Virgen y santos (entre ellos San Martín, a cuyos pies está la figura oferente del obispo D. Alfonso que encargó la obra).

Esmaltes lemosinos: siglo XIII. Junto con el citado frontal de altar, se encontraron otros esmaltes de Limoges en forma de arquetas relicario y una placa con la figura de Cristo crucificado.